X
Capillas asomándose entre vegetación, era una mañana en tierra de mayas tzeltales, el café ya había hecho efecto, el espectáculo en la ventana seguía, el contraste entre el verde y el azul del cielo, con apenas una que otra nube asomándose con su destellante color blanco, nos abordaba la sorpresa de cómo sería el siguiente lugar por visitar: Las Cascadas de Agua Azul.
Las palabras de Darío en el pasillo del autobús amenizaban el trayecto “Identidad Nacional” escuché con atención, pues nos estaba contando la historia de cómo se formó el movimiento Zapatista y la llegada del Sub Comandante Marcos, a defender las tierras y a los indígenas de Chiapas, yo conocía superficialmente a aquel personaje y un poco de su historia, nos habló del tratado de San Andrés, pero no entraré en detalles, aunque el tema es muy interesante, esto no es una clase de historia, miraba por la ventana imaginando los misterios que hay entre la selva, a su vez iba sintiendo un remolino en el pecho, ese que me avisa que se aproxima una buena idea para escribir, pensaba ¿Marcos estará por ahí escondido, entre alguno de esos árboles ahora? ¿Habrá alguien que nos esté mirando? Mientras Darío nos seguía contando sobre los acontecimientos de la zona, curiosidades sobre los Mayas Tzeltales y sus costumbres, como los partos naturales y las prácticas de herbolaria como medicina local, mi atención auditiva a veces se dejaba dominar por la visual, cuando aparecían ríos y pueblitos discretos asomándose entre las montañas, buscaba inspiración para escribir algo, de pronto escuché en la narración algo que activó a La Musa: "Marcos vive en las montañas más altas de Chiapas", lo que hizo eco en mi cabeza acortando la frase en “vive en las montañas más altas” repitiéndose una vez tras otra, hasta que se empezó a formar un personaje que fue la piedra angular de un recoveco de ideas archivadas en mi cabeza, llevo dos años recolectando borradores para una novela, en este viaje esperaba encontrar la pieza que me faltaba del rompecabezas, ahí estaba la que me faltaba para unir las tramas y subtramas que tengo escritas, esa pequeña frase me llevó a crear un personaje que las podía unir, la cafeína y mi imaginación empezaron a tejer el manto de mi novela, miré a mi papa y le dije –¡Ya tengo mi novela!- después de ese momento todo el camino tenía una esencia diferente, pues a donde miraba era como estar en mi historia, podía sentirla, cuando percibo la realidad así es cuando digo ¡Amo escribir!
XI
Las cascadas nos esperaban, iba con la mentalidad que subir escalones pero todo era diferente a las del Chiflón, las cascadas estaban en niveles más bajos, no había tantos, mi papá quería meterse al agua, yo estaba más interesado en conocer el lugar, nos cambiamos por si había que nadar, los niños del lugar se acercaban con sus canastas a vendernos dulces de cacao y frutas, otros vendían piedras artesanales, muchos de ellos nos decían su nombre para que los buscáramos después si decidíamos comprarles algo, las cascadas nos recibían con un color azul turquesa, producto de la luz y los minerales de las rocas, yo no sé tanto de esas cosas, solo lo agrego como dato curioso, encontramos un lugar donde el agua no estaba tan alta, ahí ya estaba El Pajarito, Darío y Guillermo platicando adentro del agua, mi papá se quedó con ellos mientras yo fui a dar una vuelta por el lugar, buscaba tomar fotos y videos para mi proyecto artístico, una soledad agradable me abrazo al caminar entre artesanías, desde piedras hasta esculturas de guerreros mayas, esperaba encontrar algo que me llamara, pensando que tal vez ahí encontraría otra escultura más de un jaguar, pues no creí ver uno real en ese lugar, había otras que hacían alusión a los zapatistas, además de lo desconocido también me encontraba con rostros familiares, los compañeros de viaje nos encontrábamos e intercambiábamos frases y sonrisas, como varias veces desde San Cristóbal me cruzaba con una familia, uno de ellos siempre me regalaba una sonrisa, era Juan Carlos. Llegué a un mirador alto donde pude ver la caída de todas las cascadas, como descendían hacía abajo, al horizonte, miraba los árboles, parecía una pintura, sentí un nudo en la garganta, me sentía agradecido con la naturaleza y la existencia, de pronto apareció ella, mi amiga La Fotógrafa, nos tomamos algunas fotos y luego regresamos, ella estaba buscando a su prima, mientras yo regresé con mi papá, me metí parcialmente al agua, recuerdo que Darío me decía que ya me metiera completo, pero yo no quería porque estaba muy fría, lo que me hizo recordar uno de mis fantasmas, el miedo, recordé otra de mis alegorías, cuando uno toma decisiones es como aventarse a una alberca con agua fría, mientras más lo pienses más tiempo tardarás en ejecutarlo. Aun así no me animaba a meterme, solo recorrí los lugares donde el agua no sobrepasara mi mediana estatura de hobbit, además de que no sé nadar, salimos del agua y mi papá se animó a dar un recorrido por el lugar, aun había tiempo, lo llevé al mirador para que viera la hermosa vista, al bajar el tiempo nos ganó, incuso no nos dio tiempo de comer, llegamos tarde al restaurante de mársicos y ya casi todos terminaban, además de que tardaron en atendernos y cuando llegó nuestra orden no era lo que pedimos, me guardé el hambre para después, pues aun había otro lugar que visitar.
XII
Llegamos a un lugar paradisíaco La Cascada Misol-Ha, sentía la vibra de entrar a un templo formado por la naturaleza misma, el lugar estaba solo para nosotros, era como un cuento, lo que me hacía pensar que realmente no estábamos tan solos, además de la fauna sentía que alguien más estaba con nosotros, alguna criatura fantástica o algo así, los escalones siguieron siendo la constante del viaje, rodeaban una poza de la que caía la cascada, el agua era clara, las rocas se sentían frías y rebotaban la luz de la tarde despidiéndose del dia, en ese color que me causa un sentimiento que hasta la fecha no sé cómo llamar, que se da cuando las cosas reflejan los destellos de la puesta de sol, había un cangrejo pero ningún jaguar, algo llamó mi atención, me brillaron los ojos, fue una peculiar planta que parecía marihuana, no pude quedarme con la duda, tenía que olerla, para mí mala fortuna no lo era, caminé unos metros entre mas rocas de todos los tamaños mientras mi papá se quedó mirando la poza. Tenía la sensación de haber estado ahí antes, como un deja vu pero más bien era como recordar un sueño, mi corazón latía muy rápido, seguía sintiendo que alguien me observaba, pero no era una mirada amenazante sino más bien protectora, lo podía percibir en el agua y los árboles, los anteriores lugares que visitamos desde el principio eran igual de hermosos y deslumbrantes, pero a partir de este momento fue cuando empecé a sentir al Jaguar cerca sin haberlo visto.
XIII
Un enorme rostro maya de color blanco, que contrastaba con la noche de Palenque nos daba la bienvenida, era momento de conocer un nuevo lugar, ahora en la urbe, nos entregaron las habitaciones del hotel, nos fuimos a buscar que cenar, mi papá y yo teníamos mucha hambre, Darío nos recomendó a todo el grupo que fuéramos al Parque Central, caminamos una larga avenida en subida para llegar, un colorido lugar, tenía su iglesia, el músico en medio de la plaza tocando su guitarra eléctrica con un circulo de personas mirándolo, y no podía faltar el borrachito hablando solo, algo que me erizaba la piel era escuchar a algunas personas hablar en maya en medio de las calles, era una sensación bonita, ser extranjero en tu propio país, las costumbres o los lenguajes corporales tan diferentes a los del centro del país.
Por fin cenamos mi papá y yo, era una pequeña fonda, pedí un café, quise sacar mis dotes de catador, pero el mesero me dijo en tono bromista –¡Es de olla he!- lo que me sacó una sonrisa, –que bueno que me dices, ya iba a empezar de mamador- le contesté y también se rio, desde la mesa podía ver pasar a nuestros compañeros de viaje en la plaza, comprando comida y recuerdos, de pronto vi a mi amiga La Fotógrafa con su prima, tenía ganas de acercarme a ella y platicar, pero soy muy tímido ¿con que pretexto me acercaría a ella? Tal vez podría preguntarle su nombre ahora sí, pero no me atreví, por segunda vez en el día no me metí al agua fría.
A mi papá se le ocurrió la idea de ir a buscar un lugar para tomarnos una cuba libre, desde que enfermó no habíamos ido a un bar a tomarnos una, yo tenía un poco de temor, pero dije ¿Por qué no? Caminamos entre las calles de Palenque buscando un bar que nos llamara la atención, nos encontramos a Eli acompañada de Gaby, nos dijeron que cerca de donde nos hospedamos había unos bares, pasamos por el hotel, en la mesa de la alberca estaba Darío con Mayra, Jaqui y Carmen, les pregunté que estaban haciendo, se veía que estaban en medio de una amena platica, me daban ganas de quedarme, mi papá me esperaba en la banqueta para ir por ese trago, Carmen me dijo –Estamos fumando marihuana, te puedo vender un poco si quieres- escuché los cantos de los ángeles, un destello salió del cielo apuntando hacía ella, pero sus alas se cayeron cuando me dijo –No te creas, es broma- lo que solo me delató, y me dio risa, les dije que iba a ir a tomar un trago con mi papá y a ver si los encontraba de regreso, en verdad tenía muchas ganas de platicar con ellos, le propuse a mi papá quedarnos, pero el aún se sentía tímido, además de que íbamos a hacer algo que no hacíamos juntos desde hace muchos años.
Regresamos a dormir, apenas íbamos a la mitad del viaje, dicen que la verdadera magia de las historias está en sus personajes, aún quedaban tres días de viaje y yo apenas estaba por conocerlos realmente, más allá de sonrisas tímidas, yo estaba por descubrir una gran historia, la verdadera magia apenas estaba por empezar.
XIV
El viaje del príncipe continua, navega en medio de un amanecer, cuando el cielo cubre la tierra con su manto rosado, ha cruzado un río en medio de la selva para llegar a mí, él no se ha dado cuenta que está soñando, está en una barca con personas que no conoce, el agua es verde como el jade pero suave como el amor, hay hojas flotando en la superficie, la barca es conducida por una mujer anciana, al príncipe le sorprende que tenga la fuerza para llevar a tantas personas, ella porta un penacho con bellas plumas como las de un quetzal, lleva un collar hecho de granos de café y un manto blanco, solo la puede mirar de espaldas, tiene miedo de ver su rostro pero mucha curiosidad, las personas alrededor no miran al príncipe, es como si fuera invisible, portan máscaras como de cartón con rostros de animales, la anciana hace una parada, pregunta al príncipe -¿Qué es lo que miras?- el príncipe contesta –el cielo, se me hace increíble el contraste que hace con el gris de la niebla.
La Anciana pregunta -¿no ves otra cosa? Pon atención.
El príncipe mira entre la niebla, se da cuenta que hay un muelle , La Anciana se acerca a el –Hemos llegado- le dice al príncipe –Solo tu bajarás de la barca joven príncipe, es solo una pequeña escala en tu viaje, los demás te esperamos aquí.
El príncipe baja temeroso, no puede evitar la curiosidad de mirar el rostro de la anciana, pero es casi imposible porque sus cabellos largos y plateados le cubren el rostro, solo alcanza a notar que está pintado como el de una calavera con colores pintorescos entre amarillo y negro, sospecha que debajo de todo ese maquillaje podría tratarse de un cráneo como tal. Al pasar el muelle observa que hay rocas disfrazadas de vegetación por el musgo que las cubren, estas rocas son lo que marcan un camino de más rocas que apenas se ven por las mismas plantas que las cubren, el príncipe se pregunta a donde llevará ese camino, entre la niebla que empieza a dispersarse nota algo que se mueve como una serpiente, danzando de forma juguetona, se prepara para atacarla por si lo quiere morder, pero el príncipe se sorprende cuando ve que se trata de otra cosa –Es la cola de un Jaguar- grita sorprendido –Espera, te he estado buscando- corre hacía el sin tener éxito, de pronto se da cuenta que está frente a una pirámide de nueve niveles, por instinto sube los escalones, al llegar a la cima hay tres entradas, no sabe cuál tomar, arriba aparece una figura, es una mujer con los brazos extendidos y las palmas de sus manos extendidas hacía arriba, con un gran manto amarillo, se le hace conocida –te he estado esperando Joven Príncipe, estás soñando, solo te llamé para decirte que estás cerca de encontrar a tu Jaguar, mira esto, es el capullo que formé cuando partiste en tu viaje.
- Te puedo ver como antes Gran Madre, te miras bella, protectora ¿Por qué se mueve el capullo?
Ella le responde -Porque es como un corazón, está latiendo porque tú le estás dando vida, ahora lo cubriré con mi manto.
-¿Qué hay dentro Gran Madre?- pregunta curioso el Príncipe.
-Lo sabrás, se te presentarán tres puertas como las que ves frente a ti, confió en que serás sabio y sabrás en cual entrar, ahora despierta…
Continuara…
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