V
“El Príncipe emprendió su viaje, ahora es un adulto, pero era muy pequeño cuando visitó por primera vez el bosque de Luria, era muy curioso y se dejaba llevar por lo que sentía, su ser aún no se veía contaminado por el ego, por eso fue que me escuchó cuando lo llamé, no tuve que esforzarme, pues solo tuve que hacer que su corazón latiera con intensidad, misma que recorrió su cuerpo, se escapó del reino contra todo riesgo de ser regañado, algo lo llamaba y no podía ignorarlo, casi caminaba a ciegas, llegó a la orilla de un abismo, el miedo lo hizo vacilar hasta tropezar y caer a un lugar que a sus ojos era oscuro, apareció la silueta de una mujer frente a él, temeroso se arrastró hacía atrás.
-No temas pequeño príncipe, te traje aquí porque tu magia es muy fuerte…”
20 de junio del 2023
Nos levantamos a buena hora, con suficiente tiempo para decidir si nos quedábamos a explorar San Cristóbal de las Casas o seguíamos el curso del viaje y conocíamos Las Cascadas del Chiflón.
Moría de ganas por conocer la cascada del Velo de Novia, era una decisión difícil, elegimos seguir el itinerario del viaje, tenía la corazonada que tal vez ahí vería a mi Jaguar, sin embargo era uno de esos días en los que despierto sin motivación alguna, sintiéndome vacío y neutro, no creí que tendría uno de esos malos días; y menos en este gran viaje, mi papá no perdía su entusiasmo. Pasamos a desayunar a un restaurante, mi papá sugirió que tomáramos el buffet, pero yo no tenía ganas de levantarme de la mesa, mejor tomamos el menú por mi margada elección, nos sentamos a esperar a que nos atendieran, pasaron más de quince minutos y no nos tomaban la orden, me empezaba a desesperar, llegó una pareja y les tomaron la orden al instante, me enojé mucho, mi papá me puso la mano en el hombro, me dijo –Tranquilo-, le hice caso. Luego por fin llegó el elixir negro, no quise ponerle azúcar, no quise ponerle nada, tenía que ser amargo como mi mañana, todo al momento del primer trago, mi estado de ánimo mejoró, y si, tal vez tengo una dependencia hacía el café, pero no me iba a poner a cuestionar esas cosas, estaba en Chiapas.
VI
Llegamos a las cascadas, subimos a un mototaxi, eran pequeños vehículos rojos que transportan a los visitantes desde la entrada hasta el inicio del recorrido por las cascadas, ya que había que caminar una distancia considerable, pensé que era lo mejor para mi papá, pues podría cansarse, sin imaginar que la distancia que subiríamos era aún mayor, aparte que nos dio la curiosidad de subirnos a uno de esos carritos, yo solo pensaba en la cascada del Velo de Novia, porque me gusta cuando la naturaleza crea formas abstractas, y nosotros en nuestra necesidad humana de encontrar simbolismos llegamos a esos nombres, como el Árbol de Navidad en el cañón, pero esta cascada era especial, porque tenía una esencia femenina, sería hermoso tenerla de frente y separar la abstracción por mí mismo.
Nos explicaron que había que subir escalones para llegar al punto más alto, unos mil doscientos metros de altura, le dije a mi papa -hasta donde aguantes y nos regresamos- me dijo que si, comenzó la aventura, primero pasamos por La Cascada del Suspiro, de altura baja, percibí un azul celeste en el agua, nos tomamos unas fotos y luego seguimos subiendo escalones.
Llegamos a La Cascada Ala de Ángel, algunos compañeros ya venían de regreso, le daban ánimos a mi papá, frases como ¡Si se puede! ¡Ya mero llegan! ¡Eso es todo! son las que nos acompañaban y nos daban fuerza para subir, íbamos a la mitad del recorrido, aunque teníamos tiempo, llegué a dudar si llegaríamos hasta arriba, tenía miedo de no alcanzar a ver el Velo de Novia, también quería lanzarme en la tirolesa, pero luego ¿Cómo bajaba mi papá? Entonces caí en los pensamientos del “hubiera”. Si hubiera venido solo tal vez me habría podido aventar de la tirolesa, o si mi papa no estuviera enfermo ya habríamos llegado, me frustré y mi mal humor regresó.
Después de pelear con mi dialogo interno, salí de mi mente cuando una bella imagen me distrajo, era la cascada asomándose entre la vegetaciòn, ya estábamos cerca, le dije a ese cabròn de mi cabeza -¡Ya cállate y déjame disfrutar! Las cosas son como son y ya- llegamos a un mirador donde se podía observar a distancia la solemnidad de aquel velo formado por la naturaleza, pero más adelante había otro mirador donde se podía observar más de cerca, -¡Tengo que estar ahí- pensé, nos encontramos a Fer y nos dijo que tuviéramos cuidado porque eran muchos escalones de madera y estaban resbalosos, mi papá me dijo -tu ve, aquí espero- sentí que no podía ir sin él, todo lo contrario a lo que pensaba minutos antes -ve corre, aquí te espero- me dijo, por primera vez me separé de él durante el viaje ¿Era un simbolismo o metáfora que la vida me estaba poniendo en ese momento? No lo sé, pero caminé hacía el mirador, que se encontraba absolutamente solo, era un buen momento para tomar unas fotos, casi cuando llegaba sentí que alguien caminaba muy cerca de mí con la misma intención, voltee y era una mujer, venía en él mismo tour -¿Vas para allá?- me preguntó, le dije que sí, me dijo que si le hacía favor de tomarle unas fotos cuando llegáramos y ella también me tomaba unas si yo quería, le dije que si, la cascada realmente parecía un velo de novia, sentí la brisa del agua cubriéndome literalmente con su velo, como si la madre naturaleza me estuviera abrazando, le tomé las fotos a mi nueva amiga, y ella a mí. Me contó que estaba aprendiendo fotografía, lo que me alegró porque siempre me maravilla cuando conozco personas con inquietudes artísticas. Regresé con mi papá, pero antes quise hacer un último retrato con mis propios ojos para la memoria de mi alma, ella se quedó ahí tomándose mas fotos, olvidé preguntarle su nombre, pero me cautivó, era muy misteriosa, vi como El Arte, La Naturaleza y La Feminidad habían eclipsado en ese pequeño instante.
VII
Me di cuenta que a mi papá le gustaban mucho los ríos cunado los miraba por la ventana del autobús, cada que pasábamos por uno me lo mostraba con mucha admiración. A veces podría parecer que los traslados en autobús de un destino a otro son la parte tediosa del viaje, no generalizo, hay a quien pueden gustarle, como a mí, porque pasan cosas interesantes, el hecho de estar ahí sentado sin poder hacer otra cosa más que admirar la naturaleza del trayecto, como las nubes, las montañas, mirar la el repertorio de películas, ver al Pajarito haciendo señas a los otros conductores, escuchar roncar a uno que otro, ver una mosca en la ventana y preguntarse ¿desde dónde viene con nosotros? ¿Habrá de morir en el autobús? ¿Se saldrá en algún momento y tratará de regresar a su lugar de origen? Y de ahí se desbordan preguntas, algunas con sentido, otras no, cuando me siento así de existencial es cuando más ganas me dan de escribir, no llevaba pluma ni libreta, entonces me puse a escribir en mi teléfono, nunca lo había hecho en un autobús, ahora me doy cuenta que es uno de mis lugares favoritos para hacerlo.
Nos estacionamos en un mirador que nos dejaba admirar la grandeza del Lago Tziscao, apenas cruzando la carretera había un establecimiento de comida típica del lugar, probé un queso que estaba acompañado con ensalada y frijoles sobre hojas de plátano me parece, lo acompañé con una cerveza Gallo, procedente de Guatemala, estábamos muy cerca de la frontera con ese país, en la mesa estaban dos compañeros, hombres mayores; a uno de ellos le pregunté ¿Dónde me recomendaba comprar café? Ya que no era su primer visita en Chiapas, me contestó que él se llevaría uno de cada lugar al que fuéramos, me pareció una buena idea, pero luego me preocupé por el peso del equipaje en el aeropuerto y pensé que lo mejor era llevarme solo uno, pero aun no probaba un café que me hiciera decir “Este es el café”.
Nuestras cervezas no llegaban, en la mesa también estaban Mayra y Jaquie, que también pidieron cerveza, cuando llegaron estaban tibias, le pedimos a la niña que nos atendía que si nos las cambiaba, me dio mucha risa cuando preguntó en su inocencia -¿Las querían frías?- Y nos las cambió, al principio me supo muy amarga y casi la dejo, pero después le agarré el gusto, recuerdo que a Mayra no le gustó y Jaquie se la terminó tomando, tenía ganas de platicar con ellas, pero aún me sentía muy tímido, transmitían una energía chida, también traían buen cotorreo, terminamos de comer, nos regalaron un trozo de cacao para preparar en agua, vendían la pieza completa, tenían mas productos como café, quesos, remedios artesanales para los dolores, pero el que más quedó marcado fue el famoso Mariguanol, porque ese pequeño frasquito con pomada se convertiría en la frase, que digo la frase; ese remedio se convertiría en el poema que recitaría Mayra el resto del viaje. Antes de irnos, nos tomamos una foto todo el grupo con el lago a nuestras espaldas.
VIII
Hicimos una parada en la frontera con Guatemala, políticamente el territorio es del país, pero se puede pasar sin necesidad de papeleo, suena gracioso, y lo fue aún más estando ahí, mi papá se la pasaba haciendo chistes al respecto, como el que hicimos donde grabamos un video donde yo decía que mi papá se había ido del país, mientras yo lo miraba desde México, tras tomar unas fotos y videos caminamos a un mercadito donde vendían artesanías, licores; y hasta quetzales, pero no hablo de las aves sino de los billetes guatemaltecos, ahí compré unos cigarros de café, de regreso al autobús pensaba si me los fumaría durante el viaje o los guardaría para mi casa, para llegar de mamador con mis amigos y decirles “Compré estos cigarros en la frontera del sur”. Luego nos encontramos de nuevo a Mayra y Jaquie, les pregunté si creían que me dejarían subir con ellos al avión, mientras yo me ahogaba en mi preocupación, Mayra me contestó –No sé, yo compré dos- y se rio, de acordarme ya me está dando risa otra vez. Llegamos al autobús, necesitaba un segundo testimonio, le pregunté a Darío, me dijo que si, no había hablado mucho con él, pero en esa conversación noté que era más joven de lo que aparentaba. De camino al último lugar, en el autobús, me dio de nuevo un bajón emocional, pues otra vez me ahogaba en mis “hubiera”, mi cuerpo físico se empezó a sentir igual, de pronto ya tenía ganas de regresar a mi casa, los fantasmas de mi realidad me perseguían cuando creía haberlos dejado en Querétaro, como nos sentábamos hasta adelante, podía ver casi lo mismo que El Pajarito cuando conducía, veía solo el camino, ignorando paisajes y lo demás, recordando una alegoría que dice que la vida es como un camino, sabes dónde estás, de dónde vienes y a dónde vas, pero no sabes que obstáculos se puedan presentar en el camino, y pase lo que pase encontrarás la forma de superarlos porque ya sabes a dónde vas, solo te tienes que enfocar en lo que ves, ósea el presente.
Casi anochecía, pudimos alcanzar la luz del sol en El Lago Pojoj, pero para llegar a él había que bajar muchos escalones, yo ya no quería bajar, pues ya estaba muy cansado para ayudar a mi papá, él seguía manteniéndose firme, en la orilla había unas balsas amarradas, el lugar estaba prácticamente solo para el grupo, no había más personas, no sé si por la hora, aunque todavía había luz el tono del lugar se tornaba azul marino, una vez escuché en una película que es el color de la melancolía, entonces no sé si era el lugar, o como lo percibía yo. Nos tomamos unas fotos, mi papa en una actitud temeraria se subió a una balsa, Fer lo ayudó y nos sacó una foto, sin darme cuenta en ese momento que se convertiría en una de mis favoritas, nos teníamos que ir, regresamos al hotel en San Cristóbal de Las Casas después de unas cuatro horas, pensé que nos daría tiempo de explorarlo, pero llegamos muy noche, no recuerdo bien la hora, la verdad es que no percibía el tiempo, todo se reducía a mañana, tarde y noche, me sentía libre del reloj.
IX
Antes de dormirme pensaba en porque me sentía así, era momento de decirle a mis problemas y pensamientos ¡Ya basta! Había esperado esto tanto tiempo que no iba a permitir que eso me arruinara la experiencia, no había encontrado ningún Jaguar, no había encontrado el mejor café, pero pensé de nuevo –¡Las cosas son como son y ya!- Mi papá no se rendía, lo estaba disfrutando contra todo obstáculo, yo tenía que hacer lo mismo, aparte de que había ganado cosas muy buenas durante el día, y el viaje apenas comenzaba, cerrè los ojos mentalizándome –mañana será un gran dìa.
“-¿Quién es usted? ¡No me haga daño!- dijo asustado el niño, esa mujer era yo.
El me percibía como una mujer de piel muy clara, casi blanca como la luna, pero cubierta con un manto amarillo como el sol; con ojos delineados de una forma muy fina que denotaba una mirada muy intensa, de mis hombros salían unas ramificaciones que formaban un par de brazos y manos.
-No te haré daño, estoy en la lluvia, en el viento y en el sol, me dicen La Gran Madre y quiero mostrarte lo que eres capaz de crear.
-¿Qué tengo que hacer?- preguntó el pequeño príncipe.
-Siéntate en el piso- le dije mientras acariciaba su rostro –has llorado mucho pequeño príncipe, confía en mí.
Mis manos de rama crecieron insertándose en el piso, salieron a sus lados hasta llegar a sus cienes, el temor lo hacía hablar demasiado.
-¡Guarda silencio pequeño, cierra los ojos! ¿Qué ves mi niño?
-Oscuridad.
-Presta mucha atención, no es solo oscuridad, estás en medio de tres planos que se conectan a través de ti, el inframundo, la vida y el cielo, es solo un lienzo ¡Siéntelo!
-No veo nada… espera puedo ver algo, hay una especie de prismas, también veo las estrellas.
-Así es pequeño, son las estrellas que se están conectando contigo, ahora abre los ojos ¿Qué ves?
-¡Arboles! hace un momento no estaban Gran Madre.
-Es que por cada estrella hay un árbol, ahora puedes ver ambos, bienvenido al Bosque de Luria.
-¿Qué es el Bosque de Luria?
-El lugar donde nacen los pensamientos, donde se forman los sueños, donde se crea la magia, mira todo este lugar que ha creado tu mente, eso es magia y eso es arte también.
-¿Cómo puedo seguir haciendo magia?
-Siempre déjate guiar por lo que te rodea, escucha a la naturaleza y sobre todo deja que el amor fluya a través de ti, algún día crecerás como todos, tu mente olvidará, pero si tu corazón no lo hace, la magia siempre permanecerá en ti, a veces solo necesitas señales, por ahora es momento que te vayas, este sueño lo guardaré en un frasco.”
21 de Junio del 2023
Las seis de la mañana, la única hora del día que miraba conscientemente, mentalicé estar tranquilo en el día, nos despedimos de San Cristóbal de las Casas, después de unas horas de camino paramos a desayunar en un bufet en Ocosingo, por fin el primer café del día, desayunamos muy rico, aun no nos animábamos a socializar, en nuestra burbuja de timidez nos pusimos a platicar sobre la cafetería que algún día vamos a abrir, luego hablamos de comics, realmente fue una mañana muy placentera, los fantasmas se habían ido, fue un gran desayuno, mi papá y yo conociendo algo nuevo uno del otro, sentados ahí, padre e hijo mirando el horizonte de una mañana verde, listos para aventurarnos en los misterios de la madre naturaleza.
Continuarà…
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